En un documento divulgado recientemente [inglés], la Organización Mundial de la Salud (OMS) resaltó la necesidad de reducir las emisiones de contaminantes como el ozono, el metano y el dióxido de carbono, que no sólo acentúan el calentamiento global, sino que también provocan anualmente más de 7 millones de muertes asociadas a la contaminación del aire.
En ese sentido, la institución citó a las ciudades brasileñas de Curitiba y Porto Alegre como ejemplos exitosos de una planificación urbana orientada a la reducción de la contaminación aérea.
Entre las sugerencias expuestas en el informe, cuatro de éstas son consideradas fundamentales por la OMS:
- Implementación de exigencias más estrictas para reducir las emisiones generadas por vehículos impulsados por combustibles fósiles.
- Políticas que prioricen el transporte rápido, a través de inversiones en el transporte público y la construcción de redes seguras para ciclistas y peatones.
- Generación de energías más limpias para la calefacción doméstica/industrial.
- Incentivos al consumo de vegetales entre la población de más alto ingreso, con tal de evitar la comida de origen animal.
En el informe, la agencia de la ONU presenta a Curitiba como exitoso caso de estudio: a pesar que su población ha crecido cinco veces en los últimos 50 años, la ciudad consiguió implementar un sistema de transporte que es utilizado por el 72% de los habitantes. Además fueron plantados más de 1,5 millones de árboles, y actualmente, se recicla el 50% del papel, metal, vidrio y plástico desechado.
Parte del éxito brasileño es fruto de proyectos enfocados en las regiones más pobres de la ciudad, como un programa que permite a residentes de favelas acceder a pasajes de autobús al clasificar debidamente su basura.
Asimismo, la OMS elogió el aumento de áreas verdes construidas en zonas vulnerables a inundaciones.
Otra ciudad brasileña citada fue Porto Alegre, cuyos indicadores medioambientales están por encima de la mayoría de los municipios del gigante sudamericano y muy próximos a ciudades de países desarrollados.
Vía ONUBr